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Ray C. Williams, DMD

¿Es la infección e inflamación bucodental un riesgo para las enfermedades sistémicas? Hemos tardado más de 300 años en llegar hasta donde estamos ahora. En los artículos de este número especial, basados en una serie de presentaciones ofrecidas en el Foro de Consenso Internacional sobre Enfermedades bucodentales y Sistémicas celebrado en Montreal, se analizan las pruebas actuales de la influencia de las bacterias bucodentales en la salud sistémica. Como primer paso, resulta de utilidad revisar el pasado para ver cómo la incertidumbre de la conexión bucodental/sistémica ha evolucionado a lo largo de tres siglos. En este artículo se presenta una breve perspectiva general de ese viaje.

LA IDEA PRIMIGENIA

El viaje comenzó en 1674, cuando Antony von Leeuwenhoek descubrió los microbios. Fue uno de los primeros en utilizar un microscopio, y analizó en él pequeñas raspaduras de los dientes. Describió "pequeños animálculos" que posteriormente denominaría microbios y que nosotros llamamos bacterias. Doscientos años más tarde, en 1876, Robert Koch propuso la "teoría germinal de la enfermedad", sugiriendo que las bacterias pueden provocar la enfermedad.1 En la misma época, Edward Jenner, Joseph Lister y Louis Pasteur implicaron también los gérmenes como posible causa de enfermedad. En 1879, Willoughby D. Miller, un recién graduado de la Escuela de Odontología de la Universidad de Pensilvania, oyó hablar de la teoría de Koch según la cual los gérmenes podían provocar la enfermedad, y decidió que él también quería estudiar las bacterias. Tras completar su formación odontológica, viajó a Berlín donde comenzó a trabajar en el instituto de Koch investigando la relación entre las bacterias y la enfermedad. Miller estaba convencido de que la boca era un foco de infección, y de que las bacterias bucodentales podían ser responsables de la mayoría de las enfermedades humanas. Simultáneamente, William Hunter, un médico londinense, estaba investigando la posible causa de la enfermedad de sus pacientes. ¿Por qué desarrollaban fiebres altas sus pacientes y por qué se estaban muriendo? Oyó a Miller hablar acerca de la "Infección bucodental como causa de la enfermedad sistémica"2 y, entonces, se dio cuenta de que tenía la respuesta: sus pacientes desarrollaban la enfermedad debido a la sepsis (bacterias) de sus bocas. De este modo, él también comenzó a escribir y hablar acerca de la sepsis bucodental como causa de la enfermedad sistémica.3

LA ERA DE LA INFECCIÓN FOCAL

Los años 1910 y 1911 son cruciales. En 1910, Hunter fue invitado a Montreal con motivo del homenaje del Strathcona Medical Building donde ofrecía su discurso clásico "El papel de la sepsis y de la asepsia en la medicina", publicado en Lancet.4 Ya en 1911, el término "sepsis bucodental" se sustituyó por el término "infección focal", y dio comienzo la "era de la infección focal". Los dentistas empezaron a anunciar a sus pacientes que eran "cien por cien", lo que significaba que extraerían todas las piezas dentales del paciente para prevenir la enfermedad sistémica. La medicina también adoptó el concepto de "infección focal", y la extracción de piezas dentales empezó a emplearse ampliamente en medicina, además de en odontología, para el tratamiento de las enfermedades. En 1922, Mayo sugirió que las amígdalas también podían ser una fuente de infección.5 Las amígdalas, junto con los dientes, podían ser responsables de la mayoría de las enfermedades infecciosas que afectan a una persona a lo largo de su vida.

Han pasado ya más de 330 años desde que se descubrieron las bacterias y 130 años desde que se implicó a las bacterias como causa de enfermedades. Este ha sido sin duda un fascinante viaje de tres siglos hacia el conocimiento, pero, tal vez, el viaje no haya hecho más que comenzar.

En 1938, hubo un cambio de mentalidad. Por ejemplo, los reumatólogos de aquella época trataban la artritis mediante la extracción de piezas dentales. En 1938, Cecil y Angevine realizaron un estudio en el que participaron 200 pacientes con artritis. Como tratamiento, se extrajeron todas las piezas dentales de los pacientes. Los autores refirieron que ninguno de los pacientes había mejorado, y tres pacientes habían empeorado.6 Al mismo tiempo, un editorial publicado en Dental Cosmos sugirió que la idea de que la boca causaba todas o casi todas las enfermedades humanas era irracional.1 Y en 1952, un editorial publicado en el Journal of the American Medical Association señaló que la eliminación de los focos de infección (por ejemplo, los dientes) no necesariamente trataba o prevenía la enfermedad, y que la odontología y la medicina debían adoptar un enfoque más conservador a la hora de considerar la sepsis como la causa de la mayoría de enfermedades sistémicas.7

LA ERA ACTUAL

Desde 1952 hasta 1989, hubo un escaso interés por la relación entre salud bucodental y salud sistémica. Luego, en 1989, una revolucionaria publicación dio paso a la era actual. Mattila y sus colegas refirieron en el British Medical Journal que, cuando los pacientes se presentaban en la sala de urgencias con un ataque cardiaco, era más probable que tuvieran un alto índice de enfermedad bucodental, como gingivitis, periodontitis o problemas endodóncicos.8 Esta publicación captó la atención de los profesionales de la odontología, que comenzaron a considerar la relación de las infecciones bucodentales con las enfermedades sistémicas. En los Centros de Control de Enfermedades, DeStefano utilizó la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición para analizar la relación, y refirió que las personas que padecían periodontitis tenían un 24% más de riesgo de sufrir una cardiopatía coronaria.9

CONCLUSIÓN

Han pasado ya más de 330 años desde que se descubrieran las bacterias, y 130 años desde que se implicara a las bacterias como causantes de enfermedades. En las presentaciones ofrecidas en el Foro de Consenso Internacional y en los artículos basados en esas presentaciones se analizan los datos que relacionan la infección bucodental con la cardiopatía y la diabetes. Hemos recorrido un largo camino desde 1674. Y también hemos descubierto muchas cosas desde la revolucionaria publicación de Mattila en 1989. Ha sido sin duda un fascinante viaje de tres siglos hacia el conocimiento, pero, tal vez, el viaje no haya hecho más que comenzar.

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