Las enfermedades periodontales tienen consecuencias individuales y generales para la salud humana. Muchos de los síntomas individuales como el sangrado, el mal aliento, la retracción de las encías, la movilidad de las piezas dentales, el dolor y la caída eventual del diente, pueden afectar enormemente la calidad de vida de los pacientes y causar incomodidad y ansiedad.
El sangrado de las encías es habitual en todas las fases, y es posible que los pacientes también experimenten dolor y sensibilidad debido a la inflamación gingival. Esto podría afectar al disfrute de determinados alimentos y dificultar una higiene oral adecuada.
A medida que la enfermedad periodontal avanza, las encías se retraen y dejan expuesta la dentina de la raíz. En consecuencia, junto con la periodontitis aparece la hipersensibilidad dentinaria y las caries radiculares, que empeoran aún más la calidad de vida y exigen un tratamiento más invasivo.
La periodontitis crea bolsas entre las piezas dentales y las encías que pueden resultar difíciles de limpiar. Los alimentos y las bacterias pueden quedarse atrapados ahí, lo que genera mayor acumulación de placa y halitosis o mal aliento. Esto puede ocasionar al paciente unos niveles considerables de vergüenza y ansiedad.
La enfermedad periodontal avanzada puede ocasionar la caída de piezas dentales, lo que también puede resultar perturbador para los pacientes. Si la pieza dental es visible, su ausencia podría menoscabar la confianza y la autoestima del paciente.
Desde el punto de vista de la salud sistémica, la inflamación persistente de los tejidos periodontales podría contribuir al aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular, nefropatía crónica y artritis reumatoide, y afectar negativamente al control de la diabetes y el desenlace del embarazo.